¿Cada cuánto hay que cambiar la almohada?
La almohada es un accesorio de descanso esencial para dormir bien. Garantiza que el cuello y la espalda estén alineados y que la cabeza esté bien apoyada. Sin embargo, al cabo de cierto tiempo, se desgasta inevitablemente. De ahí que sea tan importante cambiarlo, a fin de proteger tus cervicales y tu salud. Pero, ¿cómo saber cuándo hay que cambiar la almohada? ¿Y cuáles son los signos de desgaste que indican que ha llegado el momento de sustituirla? Te lo explicamos todo en este artículo.
¿Con qué frecuencia hay que cambiar la almohada?
Por lo general, se aconseja cambiar la almohada cada 3 años, para mantener unas condiciones óptimas de higiene y de bienestar. Sin embargo, la vida útil de una almohada varía en función de los materiales que la componen y de su calidad. Por ejemplo, una almohada sintética barata puede necesitar un cambio a los pocos meses de uso. En cambio, una almohada de calidad fabricada con látex natural, plumas o plumón te durará fácilmente entre 5 y 6 años.
Bueno saberlo: Recuerda también cambiar de almohada cuando cambies de colchón, ya que la combinación de la antigua almohada y el nuevo colchón no proporcionará el mejor confort.
¿Cuáles son los signos de desgaste de una almohada?
¿Cómo saber si tu almohada sigue siendo buena o si hay que cambiarla? ¿Cuáles son los signos de desgaste más comunes? A continuación te contamos lo que necesitas saber.
Dolores por la mañana
Si te levantas habitualmente con el cuello rígido o dolorido, es hora de que cambies de almohada. Estos dolores pueden deberse a que la almohada se hunde y deja de ofrecer un soporte óptimo, impidiendo que disfrutes de una noche de sueño reparador.
Hundimiento
Al igual que ocurre con el colchón, debes cambiar tu almohada cuando empiece a hundirse, a perder confort o firmeza. ¿Por qué? Porque significa que el soporte ya no es ideal y que puede provocar dolores cervicales o lumbares.
Una almohada manchada o amarilleada
Si, a pesar de un cuidado regular, tu almohada sigue oliendo mal, o permanece visiblemente salpicada de manchas amarillas debidas al sudor o la saliva, es señal de que ya es demasiado vieja. Si conservas la almohada en ese estado, lo más probable es que se convierta en un auténtico nido de microbios y provoque reacciones alérgicas.
¿Por qué cambiar de almohada?
Hay excelentes razones para cambiar de almohada, empezando por su impacto en nuestra salud. La almohada debe asegurar la alineación entre el cuello y la columna vertebral para garantizar un confort óptimo durante el sueño. Cuando no es así, pueden surgir molestias, a veces incluso te puedes despertar con dolores cervicales por la mañana. Por eso es esencial cambiar la almohada en cuanto se hunda o esté demasiado deteriorada.
Otra razón es la higiene, porque una almohada demasiado vieja puede convertirse en un auténtico criadero de bacterias y de ácaros del polvo. Estos últimos son responsables de muchos síntomas alérgicos como irritaciones diversas, picazón y estornudos.Para evitar estos inconvenientes, es importante sustituir las almohadas con frecuencia. También puedes optar por almohadas hipoalergénicas para limitar los riesgos de alergia.
¿Cómo evitar el desgaste prematuro?
Para conservar la almohada en buen estado durante más tiempo, es esencial limpiarla con regularidad. Cada material tiene sus características específicas, así que asegúrate de seguir las instrucciones de cuidado que figuran en la etiqueta de la almohada. Además de lavarla, he aquí algunos consejos adicionales para su cuidado.
- Utiliza una funda de almohada: Lo primero que debes hacer para proteger tu almohada es utilizar una funda, ya que evita la proliferación de ácaros.
- Ventila tu dormitorio todos los días: Para mantener tu almohada sana cuanto más tiempo mejor, es esencial que la ventiles todos los días. Acuérdate de abrir las ventanas y renovar el aire todos los días para limitar la proliferación de ácaros y reducir la humedad dentro de la almohada.
- Sacude la almohada todas las mañanas: Acuérdate de sacudir la almohada todas las mañanas para airearla y devolverle su volumen. Esto también eliminará los restos de ácaros y la mayor parte del polvo acumulado.
- Exponla al sol: Para evitar la aparición de ácaros, te recomendamos que expongas tu almohada al sol con la mayor frecuencia posible. Para ello, basta con colocarla al aire libre en una silla o en una ventana, alternando el lado expuesto al sol.